“Si no existiera, habría que crearla”

EUGENIA PAIZ. Diario de Avisos, 5 de noviembre de 2011
La Asociación de Desarrollo Rural ADER La Palma cumple veinte años de existencia, un hecho que por sí mismo constituye todo un hito en el marco de supervivencia de este tipo de entidades.
Han logrado incorporar a su modus operandi como organización no gubernamental, la efectividad de una empresa de servicios, rebasando sobradamente los cuatro años de esperanza de vida que han tenido otras entidades muy similares.
La clave de su éxito ha sido la innovación, la creatividad y una enorme capacidad de empatía humana vinculada a la rentabilidad empresarial que han conseguido inocular en las decenas de proyectos realizados a lo largo de dos décadas, implicándose en el tejido social, cultural, empresarial del medio rural de todos y cada uno de los municipios palmeros.
Una improvisada visita a sus modernas instalaciones, donde se mudaron once años atrás gracias a la cesión del Ayuntamiento de Mazo, nos transporta inmediatamente a la esperanza de los emprendedores, a la rentabilidad en todos sus frentes y a una escala real: la de cada una de las personas que se forman en el marco de cualquiera que sea su programa o aquellas que quieren afianzar o crear un complemento económico como sustento de vida en su propio entorno rural, sin prescindir de las ventajas, la belleza y la esencia misma de las medianías palmeras en un territorio disperso pero cohesionado en torno a un trabajo del que emana efectividad y resolución. Desde el presidente de la Junta Gestora de ADER La Palma y su gerente, Francisco Domínguez, pasando por coordinadores de área como Carmen Nieves González, Felipe Lorenzo o Luis Hernández, hasta llegar a la empleada que se encarga del mantenimiento de las instalaciones, todos trasmiten algo inusual en los tiempos que nos ha tocado vivir en el marco de la crisis: ilusión por el futuro y capacidad resolutiva en cada uno de sus frentes.
La esencia del proyecto de ADER 20 años atrás, financiada gracias a la recepción de fondos europeos del programa Leader Plus que han conseguido mantener hasta la actualidad, no sólo ha obrevivido, sino que se ha visto reforzada por reconocimientos como el de la Unesco, las certificaciones de calidad ISO y, por encima de todo, por el crédito social, logístico y de gestión más allá de las fronteras insulares.
La crisis no es para ADER algo nuevo porque “llevamos conviviendo con crisis económicas y solucionando muchos problemas y de muy diversa naturaleza 19 años”, recuerda Domínguez.
Para hacer justicia a ADER y reconocer los beneficios directos e indirectos que han calado en muchos colectivos sociales cuyas prioridades fueron ignoradas durante décadas, sería necesario dedicar toda una serie de artículos durante varias semanas.
De las pinceladas con las que podemos ilustrar un esbozo se se puede destacar el relato de “como pusimos en marcha a mediados de los 90 el aula móvil de internet: un ordenador de más de 20 kilos que cargábamos con la torre y todo lo demás en la camioneta de mi padre”, dice Felipe con un sonrisa de oreja a oreja. Si ADER no existiera habría que inventarlo.
Sus proyectos comenzaron a implantarse en la etapa en la que se despoblaba el medio rural palmero, se evidenciaba el envejecimiento de la población y la pérdida de competitividad. A esos factores se sumó la pérdida de oficios tradicionales y fue más patente la fragmentación del territorio. ADER escogió, analizó y desarrollo herramientas de trabajo para explotar nichos potenciales donde volver a trabajar y conseguir vertebrar una economía ligada al ámbito local.
Veinte años más tarde, tras haber sido los precursores de la red de senderos, de conseguir el despegue del turismo rural, de renovar el interés por la producción local del sector vitivinícola y de planificar y promocionar productos como la flor de sal, el mojo y la miel, y facilitar servicios al sector agroalimentario, siguen el desarrollo de páginas y servicios web y apoyo a temas tan diversos como la acuicultura, hidroponía, integración socio-laboral, gestión de asociaciones y espacios naturales protegidos, animación socio-cultural, la cría de conejos o la elaboración tradicional de zapatos…, son innumerables.
Tabares y Domínguez coinciden: “La sabia de ADER son las personas y las instituciones que hacen posible los proyectos con sus propuestas de forma altruista y un equipo técnico que continúa con ganas de cambiar el mundo para convertirlo en algo mejor”.
Desde 1991 ha crecido lenta, pero inexorablemente, el trabajo de una entidad que agrupa a socios fundadores y a nuevos socios. Forman parte de la entidad nada menos que 58 entidades entre ayuntamientos, Cabildo, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, funciones y asociaciones, o sectores en materia de formación, artesanía, turismo, astronomía, además de cooperativas y sociedades agrarias y ganaderas y los consejos reguladores de denominación de origen del vino y el queso palmero.
ADER ofrece una garantía, con este modelo de gestión, de pluralidad, facilitando el protagonismo de los propias personas del medio rural, que son los que deciden las prioridades de actuación en cada momento.
Sus proyectos, más allá del ámbito local, llegan a otros territorios similares en programas de cooperación tanto como con otras regiones.
Francisco Domínguez, en un recorrido por las instalaciones de ADER, nos muestra con orgullo los departamentos donde, o bien se trabaja en proyectos ya consolidados, o en estudios que salen “de hoy para mañana” en lo que denomina “el microondas”, desde donde se da respuesta a las ideas de los emprendedores que cada día pasan por sus instalaciones para buscar asesoramiento y hasta apoyo logístico.
Los trabajadores de ADER hablan con orgullo de la necesidad de “continuar trabajando con la población y las organizaciones públicas y privadas para construir un futuro sostenible para el medio rural de La Palma”.
Su principio básico es la calidad, la premisa para mejorar de forma continua cualquier organización empresarial.
Cuentan con un servicio externo de asesoría laboral, contable y fiscal y desde 2003 se han sometido voluntariamente a la fiscalización externa. La estructura y el modelo de trabajo de ADER La Palma han cobrado especial protagonismo para las mujeres del medio rural, pilar de la estructura familiar y social pero invisible por la imposición callada, pero enraizada, de los roles de género.
Carmen Nieves González recuerda que las mujeres de muchas zonas rurales de La Palma, hasta hace relativamente poco, “no entraban a un bar a tomarse un café con una amiga”. Esta invisibilidad, cada vez más desdibujada a base de proyectos y programas, se evidencia también en las estadísticas. Las mujeres representan solo el 27% de los asociados en las empresas agroalimentarias de La Palma.
ADER trabaja desde 2008 informando a las féminas sobre la posibilidad de cotizar a la seguridad social, especialmente cuando trabajan con su pareja. Carmen subraya que “en el medio rural es necesario cambiar los modelos tradicionales por mujeres que disfrutan de sus derechos, que trabajan, y que crean empresas; que participan en la vida económica, social y política de su municipio”.
Elemento fundamental de ADER La Palma es su trabajo en materia de divulgación . Han puesto en valor el patrimonio natural y arquitectónico con el apoyo a proyectos como la marca de excelencia de la Reserva Mundial de la Biosfera, aulas de la naturaleza, la recuperación de infraestructuras tradicionales como hornos y portadas, conjuntos pastoriles, fuentes y lavaderos, y la financiación de planes de gestión de uso de espacios naturales. El Gobierno de Canarias ha reconoció el trabajo de ADER con el premio César Manrique de Medio Ambiente en 2002.
La Asociación de Desarrollo Rural de La Palma mira al futuro con optimismo, siempre planificando, apoyando nuevos proyectos. Muchos de sus programas siguen mientras tanto su curso, como los que iniciaron para potenciar el patrimonio estelar y dar a conocer los importantes valores astronómicos de la Isla Bonita, que actualmente se refuerza con el proyecto de producto turístico astronómico.